Desde el año 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra cada 28 de julio el Día Mundial contra la Hepatitis Vírica. Se estima que hay aproximadamente 250 millones de casos de hepatitis B en el mundo al año, principalmente en países como África subsahariana, Asia y las islas del Pacífico. Aunque hoy en día también ha proliferado esta afección en regiones de América del Sur, las zonas sur de Europa central y oriental, Asia y el Medio Oriente.
El objetivo de esta fecha es impulsar a nivel mundial múltiples estrategias e iniciativas sanitarias para combatir los diferentes tipos de hepatitis. Asimismo, se pretenden llevar a cabo campañas educativas y lograr una mayor comprensión de esta enfermedad como un problema mundial de salud pública, con el fin de fortalecer las medidas de prevención y el control de dicha patología en todos los países del mundo.
La hepatitis es una inflamación del hígado, causada comúnmente por una infección viral. Hay cinco virus principales de la hepatitis, denominados como tipos A, B, C, D y E. Éstos son de gran preocupación debido a las enfermedades y muertes que causan, y a la posibilidad de brotes y potencial de propagación epidémica. En particular, los tipos B y C conducen a la enfermedad crónica en cientos de millones de personas y, en conjunto, son la causa más común de cirrosis hepática y cáncer.
Los virus producen la mayor parte de las hepatitis, pero el consumo de alcohol o drogas también puede desencadenar esta enfermedad. En otros casos, puede tratarse de una enfermedad autoinmune, de forma que el organismo ataca equivocadamente sus propios tejidos.
Esta conmemoración mundial es importante para generar conciencia sobre las hepatitis víricas, sus síntomas y consecuencias. Es por ello que en este día se pretende concienciar a la población sobre la necesidad de:
– Tomar medidas destinadas a evitar nuevos contagios.
– Promover medidas de prevención tales como la vacunación.
– La realización de exámenes apropiados de cribado para la detección temprana de la enfermedad.