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Un buen funcionamiento y una estructura saludable de las distintas capas de la piel es fundamental para mantenerla sana y mantener una apariencia joven. Para mantener una buena apariencia de la piel y reducir los signos de la edad, esta función y estructura fisiológica debe suplementarse y protegerse, para lo cual es fundamental conocer más sobre la anatomía y composición básica de este órgano.

La piel se divide en tres capas diferenciadas: epidermis, dermis e hipodermis.

1. Epidermis

La epidermis (la superficie externa de la piel), mide aproximadamente entre 50 mm y 100 mm de espesor. Esta capa contiene principalmente queratinocitos, células de Langerhans y melanocitos. Los queratinocitos se renuevan continuamente, y se desprenden debido a fuerzas de fricción o con agentes exfoliantes.  Estos queratinocitos, junto a otros componentes lipídicos de esta capa forman una barrera que minimiza la pérdida de agua transepidérmica (TEWL) para mantener la humedad en la piel. Esta barrera de humedad protege contra microorganismos invasores, irritantes químicos y alérgenos. Si la integridad de la barrera de humedad se ve comprometida, la piel se volverá vulnerable a la sequedad, picazón, enrojecimiento, escozor y otros problemas de cuidado de la piel.

A medida que envejecemos, el número de células en la epidermis se reduce considerablemente. Además, la tasa de renovación de los queratinocitos se incrementa y la actividad de los melanocitos se ve reducida, pudiéndose producir una pigmentación desigual que da como resultado una piel menos uniforme. También disminuye la producción de sebo por parte de las glándulas sudoríparas, lo que sumado a una pérdida en el contenido total de agua da como resultado una menor hidratación de la piel y pudiéndose producir xerosis, siendo conveniente el uso de hidratantes.

2. Dermis

La dermis tiene de uno 2 a 3 mm de espesor y está compuesta mayoritariamente de tejido conectivo y vasos sanguíneos. Contiene elastina y colágeno: las fibras de colágeno comprenden el mayor volumen de la piel y la mayor parte de su resistencia a la tracción, mientras que las fibras de elastina contribuyen a la elasticidad de la piel. La dermis también contiene fibras nerviosas, receptores sensoriales, y ácido hialurónico que aporta turgencia a la piel gracias a su capacidad para retener moléculas de agua.

El grosor dérmico disminuye con la edad y, además, se produce una disminución de la vascularización y la cantidad de células.  Al producirse una disminución en los fibroblastos, también disminuye la síntesis de colágeno y ácido hialurónico, haciendo que la piel se vuelva más rígida y pierda turgencia y elasticidad.

3. Hipodermis

Debajo de la dermis se encuentra la hipodermis, una capa de tejido conectivo laxo que une la piel a los órganos internos. Esta capa contiene grasa subcutánea, proporcionando amortiguación, termorregulación y estabilidad de la piel al conectar dermis a órganos internos.

El volumen total de grasa subcutánea generalmente disminuye con la edad, aunque la proporción de grasa corporal aumenta. La distribución de la grasa cambia también, disminuyendo en la cara, manos y pies y provocando que también disminuya la amortiguación en las extremidades, lo que conduce a un mayor riesgo de úlceras por decúbito o problemas podológicos.

Bibliografía

1. Farage, M. A., Miller, K. W., Elsner, P., & Maibach, H. I. (2007). Structural characteristics of the aging skin: a review. Cutaneous and ocular toxicology, 26(4), 343-357.

2.https://www.nuskin.com/en_ZA/corporate/company/science/skin_care_science/skin_anatomy_andphysiology.html